Hay una escena en la película indie "Algo en común" en que una preciosa Natalie Portman escucha música en unos cascos gigantes. Alguien le pregunta qué oye y ella contesta "The Shins. ¿Conoces a The Shins? Te cambiarán la vida".
Esta tontería, con la que no puedo estar más de acuerdo, les encumbró en las listas americanas haciéndoles vender millones discos. Bueno, esto y el hecho de que son un grupo alucinante.
Tienen dos discos que están entre lo mejor que nunca he escuchado. Tomando como referencias a los XTC más pop y a mis adorados Neutral Milk Hotel, The Shins crearon Chutes too Narrow que es totalmente perfecto, a la vez que único. Y su primera largo, Oh Inverted world que también está a un nivel excepcional y suena más clásico y universal.
En este contexto, y con un ritmo imposible de mantener, los de James Mercer han entregado "Wincing the night away", un disco enorme, pero algo peor que anteriores trabajos de la banda. Si descontextualizamos, el disco es estupendo, muy bueno. Pero a todos nos encanta comparar, y es ese caso este último disco pierde con creces.
No obstante, The Shins a medio gas son más que el resto al 100%. Tienen la fórmula de la canción perfecta, así que mientras se trate de ellos, sólo falta esperar cuantas de estas caerán en cada disco nuevos que saquen. En este caso tenemos Australia, single del año con perdón de los Soulsavers, o Phantom Limb, demasiado bonita como para ser verdad.
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