Resulta que hoy en día vas a un festival y tu grupo favorito, ese del que tienes camisetas y del que te sabes todos los temas acaba resultando un fiasco total, sobre todo si lo comparas con ese otro del que nunca habías oido hablar y que lo está partiendo en el escenario de enfrente.
Por un momento te planteas que el rock se está democratizando. Que ya no hay faraones iluminados ante los que todos debemos arrodillarnos sino personas normales que tambien eructan y se ponen pedo... bueno, como siempre, pero ya me entendeis...
En Santander, cuando yo era adolescente, la oferta musical dejaba mucho que desear (por no decir algo peor) hasta que de pronto algún señor muy simpático decidió montar el Tanned Tin. Fue un impacto tremendo para un chaval como yo que todavía no había salido del grunge, plantarse delante de bandas que le daban un nuevo significado a la palabra "alternativo".
Comenzó el rito. Mirabas el cartel y un poco al azar señalabas un nombre con el dedo y probabas suerte en busca de la alegría del día... ¡y eso es precisamente lo que me ha pasado hoy!
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miércoles, 26 de enero de 2011
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