jueves, 26 de febrero de 2015

Beak> (2009)



Geoff Barrow parecía un simple extra en el DVD de Portishead, uno más diluido entre una veintena de músicos, orquesta, teclistas y demás. Quién podría pensar que el DJ de una banda tan multitudinaria formaría parte del sistema creativo central, o que podría aportar algo más a nivel musical que ruiditos de scratch.

No tengo nada en contra de los DJs, creo que la musicalidad se puede percibir independientemente del instrumento o anti-instrumento que cada uno empuñe. Otra cosa es que simplemente por tener un instrumento en las manos ya se pueda decir que eres músico. 

En mi experiencia, la mayoría de los instrumentistas no buscan la musicalidad, solo la habilidad, sencillamente porque es más fácil de entender. La habilidad son matemáticas, se puede medir y comparar sin mucho esfuerzo. 

La musicalidad ya es otra cosa, no es que sea totalmente independiente de la habilidad, pero entra dentro de la capacidad expresiva de cada uno, de la entrega emocional, y en ese sentido se acerca más al arte y a la magia. Algunos músicos lo llaman “buen gusto”.

El “buen gusto” no se entrena, más bien se cultiva. Tiene que ver con escuchar, centrar la atención en los oídos más que en las manos y aunque parezca mentira es una de las tareas pendientes de muchos, muchos músicos.

John Cage desarrollo gran parte de su obra sustituyendo las notas musicales por ruidos: un despertador, un libro cerrándose, un martillazo, … opinaba que los músicos habían dejado de escuchar los sonidos, solo se quedaban con la relación matemática que había entre las notas y el resto de la información se la perdían.

Es obvio que la música no es solo sonido, pero tampoco es solo teoría. Todo lenguaje tiene su sintaxis, pero esto no impide que un niño sea capaz de aprender cualquier idioma del mundo sin pararse a pensar lo que es un sujeto y un predicado.

Cuando Beak> se juntó para grabar su disco de debút no tenían nada ensayado. Solo disponían de su “buen gusto”, un límite autoimpuesto de 12 días y una habitación donde colocar los instrumentos para grabar todos juntos. Desde mi punto de vista es una fórmula ganadora, desde el punto de vista de Barrow es un grito de auxilio contra la meticulosidad con la que se preparan los discos de Portishead.

El resultado es un disco para escuchar, para concentrarte en los oídos porque si no lo haces te pasa factura, se te sube a la chepa y en ocasiones puede llegar a resultar molesto. Préstale atención, déjate llevar por los sonidos, o si no va contigo, al menos llama a ese amigo que siempre te cuenta cosas chulas pero que nunca tienes paciencia para prestarle atención y ¡concéntrate!

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bueno que volviste