miércoles, 9 de septiembre de 2009

Iron & Wine - The Creek Drank The Cradle (2002)

Que bonito es mirar hacia atras. Descubrir un artista en el orden inverso al natural. Sobre todo porque casi siempre es un viaje hacia la pureza, la sencillez, la pasión y por desgracia, en muchos casos, hacia el talento.

Porque pocas veces el último disco de un artista es el mejor que ha sacado; aunque lo digan las revistas, los anuncios de televisión y los propios artistas. "Es el disco que siempre quise hacer..." VENGA YA!

Por suerte hay artistas tan abrumandores que, al contrario que los demas, el talento les dura más que el corte de pelo y vas disco tras disco desenterrando joyas. No hace falta que os diga que nuestro amigo Samuel Beam (reconozcámoslo, tiene pinta de querer ser amigo de todo el mundo) es uno de ellos.

Pero además es que los discos de debut tienen algo. Ese momento en que nace un proyecto que nos va a hacer pasar tan buenos ratos. Y surge la mitología, y surge el nombre, y las primeras canciones, y las portadas de los discos y ... quizá me estoy flipando un poco pero cada uno se divierte con lo que le hace más feliz ¿no?

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