miércoles, 20 de mayo de 2009

Elvis Perkins - Ash Wednesday (2007)


Estoy un poco aburrido de que la gente critique mi forma de disfrutar de la cultura. Me han dicho de todo. Desde el insulto comodín de estos días; "FRIKI" (ganas de reducir lo que no se entiende a una palabra aún más vacía) hasta decirme que la música no se colecciona como si fueran cromos de fútbol.

La verdad es que siempre he sido un serio detractor de la gente que consume cultura sólo para memorizar datos.

"Este disco es de la segunda época de los Nine White Tails, de cuando el batería John Boggart se había roto el brazo izquierdo en un concierto en Los Angeles y solo podía tocar semicorcheas en lugar de microfusas. Se nota sobre todo en la canción "give the night away" cuando al llegar al minuto 4:36 se hace un solo que tuvieron que cortar en el estudio porque se le caía la baqueta cada dos compases. Por cierto, ultilizaba baquetas Pearl que me lo contó el otro día un colega..."

Entiendo que el mundo funciona así, la gente necesita llenar su cabeza de datos, nombres de jugadores de fútbol, de famosos, de tipos de salsa de tomate. Y me parece bien, yo también lo hago... bueno de fútbol no tengo ni puta idea... pero de tipos de salsa de tomate te cagas!

Lo malo son las personas que solo funcionan en esos términos. Y yo pese a que a veces de arrepiento de soltar algun que otro dato un poco innecesario, quiero creer que la música me hace sentir algo mucho más profundo e importante. A menudo la buena música me pone los pelos de punta, me da energía, e incluso me pone un nudo en el estómago o me hace sentir simple y llanamente feliz.

Felicidad pura como la que me proporciona dormir hasta tarde, comer comida mejicana o ver amanecer después de una larga noche de borrachera.

Así que bueno, puede que Elvis Perkins fuera el hijo de Anthony Perkins y que su madre muriera en los atentados del 11-S. Y puede que me recuerde a Neutral Milk Hotel, Micah P. Hinson, Eef Barzelay y Elliott Smith pero está claro que eso no es lo importante. Lo importante es que es una persona con tanto talento que cuando empieza el disco sabes que vas a estar a gusto durante los próximos 50 minutos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Jon Spencer Blues Explosion - Orange (1994)

En un mundo en el que le dedicamos a los discos menos tiempo del que tardan en bajarse, Jon Spencer Blues Explosion lo tienen dificil para gustar a nadie. Su propuesta es de dificil digestión lo mires por donde lo mires.

Pero donde una compañía discográfica vería un problema yo veo una gran virtud. Al fin y al cabo escribir una canción que le guste a todo el mundo requiere mucho talento, pero hacer música a sabiendas de que la mayoría de la gente nunca va a dedicarle el tiempo suficiente como para saber apreciarla requiere cojones.

Y quizá otra cosa no, pero cojones a estos tres tios les sobran. De hecho lo más seguro es que su mayor gancho sea esa sensación de que en cualquier momento se les van a fundir los amplificadores.

No es raro que algunos de sus discos más actuales recuerden en pasajes a la locura sonora de los Mars Volta, pero es que creo que las raices de ambos guitarristas surgen de la devoción obsesiva por lo que yo llamo "guitarristas paranormales" (sí vale, me acabo de inventar el término, y qué?)

Frank Zappa, Jimi Hendrix y Captain Beefheart son la santa trinidad del guitarrismo raruno.

Por desgracia (o quizá por suerte) a pesar de que mucha gente se cree que la psicodelia es gente que no sabe tocar puesta de acido, no tantos se han atrevido a emular las azañas de estos tres grandes. ¿Por qué? Pues porque lo que parece muy fácil de hacer quizá no lo es tanto y porque la psicodelia barata no va a ninguna parte. No os dejéis engañar amigos... que todo parezca un caos no quiere decir que no este todo pensado muy mucho.

Y dicho esto, conste que Jon Spencer Blues Explosion tienen tan poco de psicodélicos como de blueseros. Esto es simplemente rock, así que ya sabéis cómo se hace... los altavoces a tope gente!

sábado, 2 de mayo de 2009

Dinosaur Jr. - Bug (1988)

La megalomanía es un asunto realmente curioso. En manos de personajes como Matthew Bellamy o Billy Corgan puede resultar tremendamente ofensiva y desagradable. Seguramente el problema surge de las palizas a las que sus compañeros de clase les sometían cuando intentaban ir de listos.

Me imagino a Matthew Bellamy comiendo barro tras intentar convencer a sus compañeros de clase de que era el mejor pianista del mundo. O a Billy Corgan llorando porque sus mejores amigos no paraban de llamarle ¡FEO!

Luego sucede que se hacen músicos y como a los músicos se les permite todo, pues ale, a ponerse pantalones color plata y el pelo de punta lo más afilado posible (o en el caso de Corgan, a lavarse la calva con dentífrico blanqueador). Siempre habrá algun quinceañero estúpido que te alabará y te dirá que eres lo mejor que ha parido la madre tierra aunque parezcas la persona más estúpida del planeta.

Pero, en el mundo del indi rock no se lleva tener buena pinta (y si no que se lo pregunten a Dough Marsch de Built to Spill)

En el pasado Primavera Sound tuve la suerte de ver a J. Mascis en plena faena y puedo decir que jamás en mi vida había visto a un tipo tan crecido encima de un escenario. Nada menos que 7 amplificadores encima de 14 pantallas en semicirculo le rodeaban creando una trinchera en la que solo podías mirarle a él.

Sus solos explosivos poco tenían que envidiar a los de cualquier grupo de metal clásico. Pero por alguna razón, donde todo el mundo parece ridículo Mascis parece un jodido heroe.

¿Será porque con ese pelo no sabes si la cosa va en serio o en broma?

¿Será porque no ha perdido ni un gramo de alma en más de 30 años de carrrera?

¿Será porque ha escrito más temazos que Corgan y Bellamy juntos?

¿Será la influencia de Neil Young? ¿Será todo lo que le deben Sonic Youth?

La verdad es que no sé qué es lo que le hace tan especial, y aunque quizá muchos nunca aprecien el valor de este gran gurú por su afición al ruido extremo, en lo que a mí respecta, sólo puedo decir ¡LARGA VIDA J. Mascis!